Hace unos días anunció su retirada la tenista Conchita Martínez. La noticia me causó una gran lástima, principalmente por dos motivos. En primer lugar, se marcha una de las deportistas españolas más importantes de todos los tiempos, con un notable palmarés adornado por un torneo de Wimbledon, cinco títulos de Copa Federación (el equivalente femenino de la Copa Davis), varias medallas olímpicas, etc.
Sin embargo, el historial se me antoja demasiado corto para lo que pudo llegar a ser Conchita. Ahí radica el segundo motivo por el que su retirada me apenó. Durante algunos años, Martínez fue la tenista con más clase de su generación, por encima de las Graf, Seles, Davenport y, por supuesto, Arantxa Sánchez Vicario. Su drive era inigualable, potente y ajustado, y su estilo de juego, elegante como el que más. Cuando Conchita Martínez estaba a gusto en la pista, uno se podía quedar embobado viendo el espectáculo que daba.
Pero a Martínez siempre le perdió la cabeza. Se fue de muchos de esos partidos en los que estaba bordando el tenis antes de tiempo por el más mínimo detalle: un error de los jueces de línea, una leve distracción, un golpe que no sale, un error no forzado... quién sabe lo que pasaba por aquella cabeza. Con un carácter más sólido, más sereno, Conchita hubiera impuesto una auténtica dictadura en el tenis femenino. En todas las pistas, sobre todas las superficies.
Por eso encontré un doble motivo para entristecerme por el adiós de Conchita. Su carácter también llevó a los medios de comunicación a desentenderse de ella y prestar más atención a Arantxa, mucho más mediática, con mayor confianza en sí misma. Los medios sólo se centraron en Conchita cuando hubo asuntos extradeportivos por medio: su extraña relación con Eric Van Harpen, quien fuera su entrenador durante muchos años (se llegó a decir que la maltrataba), los rumores sobre una supuesta relación amorosa con la tenista puertorriqueña Gigi Fernández, los "piques" con Arantxa que la hicieron aún más impopular.
El otro día pudo retirarse la más grande. Pero sólo lo hizo una de nuestras mejores tenistas, tras Virginia Ruano y Arantxa Sánchez, por este orden. La diferencia entre ambos puntos está en la cabeza porque sería de necios pensar que al tenis se juega sólo con los brazos y las piernas.
lunes, abril 24, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Vivi Ruano es la mejor tenista que tenemos?
Conchita era genial, pero le perdia su inestabilidad sentimental. Siempre tenia rollos raros, con su entrenador, con su amiguita que le acompañaba a todas partes, con los dos a la vez... No era ni siquiera una tenista lesbiana estable emocionalmente, como puede ser Mauresmo. Era carne y pescado, todo y nada a la vez. Eso no le impidio ganar Wimbledon. Tardaremos mucho en tener una Arancha y una Conchita, pero quedan en el recuerdo.
Yo creo que tuvo el problema de coincidir con Arancha, que conectaba mucho con el público por su tenis sacrificado, su derroche de esfuerzo...
Conchita quizá tenía más cualidades técnicas y físicas pero igual por eso le faltó un punto de determinación. En cualquier caso, así como en tenis masculino vamos servidos, en femenino han dejado un vacío muy difícil de llevar.
virginia qué?
A muchos les habrá sorprendido el particular ranking del tenis femenino español que está implícito en el post, incluido a aluvión, al que doy la bienvenida. Pero estas clasificaciones suelen hacerse siguiendo criterios numéricos. Y la señorita Ruano ha logrado ocho títulos de Grand Slam, aunque haya sido en la modalidad de dobles junto a la argentina Paola Suárez. De hecho, en 2004 la pareja logró tres de los cuatro grandes (sólo Wimbledon se les resistió). La siguiente en la lista sería Arantxa Sánchez, con cuatro Grand Slam (tres Roland Garros y un US Open) y después Conchita con su Wimbledon.
Nunca he entendido la discriminación de Vivi Ruano, sólo porque su fuerte está en el doble. Los números cantan y lo que ha hecho será muy difícil de repetir.
El vacío será, en efecto, difícil de llenar. La que mejor pinta tiene es Anabel Medina, pero sufrió una grave lesión en un Open de Australia y se ha estancado.
Pues me temo que la clasificación está equivocada. Arantxa tiene, si no recuerdo mal, cuatro grand slam en individuales. Pero posee nada menos que ocho en dobles femenino, y otros cuatro en el doble mixto. Esa hemeroteca que nos falla...
Por otro lado, y por calidad (también humana), la reina siempre será Conchita.
Publicar un comentario