La agresión de Zidane a Materazzi en la final del Mundial tiene difícil defensa, por no decir imposible. El astro francés ha recibido reproches de todos los colores y desde todos los frentes, hasta de algunos que, según sus propios testimonios, no son ejemplo de nada. Fue un gesto muy feo, incluido el de no salir a recoger la medalla de plata. Entre otras cuestiones porque, sin querer ser excesivamente malpensado, creo que no hubiera hecho lo mismo, por muy enfadado que estuviera, si Francia se hubiera impuesto en la tanda de penalties y se hubiera hecho con la preciada Copa del Mundo.
Sin embargo, sería una injusticia mayúscula que recordáramos a Zidane por esta última acción de su vida como futbolista, que vino a cerrar de un modo gris una carrera impecable. Zidane ha dado muchos cabezazos en su vida y la mayoría quedarán para la Historia. Con dos cabezazos fulminó a Brasil en la final del Mundial de Francia. Aquella noche, los componentes de la selección gala recorrieron las calles de París como auténticos héroes, pero un nombre estaba en boca de todos, por encima de los demás: Zinedine Zidane. El marsellés emocionó al Bernabéu con un gol de cabeza, el último que marcó en el estadio madridista con la camiseta blanca, en aquella despedida que le hizo llorar. Con la cabeza siguió ese balón imposible que llegó de las botas de Roberto Carlos, surcó el cielo escocés y fue a parar a la bota izquierda de Zidane, convertida en cañón para sellar el gol más grande de la Copa de Europa. El genio francés jamás perdió de vista ese balón. Aquella noche de mayo de 2002 en Glasgow tuvo algo en común con la de julio de 1998 en París: muchos nombres sonaron y fueron aclamados. Pero uno por encima de todos, el de Zidane.
La cabeza que agredió a Materazzi es la misma que durante tanto tiempo pensó la jugada un segundo antes que los contarios y, en ocasiones, antes que los compañeros de Zidane, sorprendidos por lo que se le ocurría al francés. La misma cabeza que inventó pases imposibles, goles inverosímiles, que veía huecos inéditos para el común de los mortales.
Después de todo, juzgar a esa cabeza por estrellarse contra el pecho de Materazzi no es lo más oportuno, aunque no haya más remedio que afear la conducta a Zidane. Eso sí, igual de injusto que condenar al genio francés por hacer lo que hizo es permitir que Materazzi se vaya de rositas. Provocó, insultó y después mintió, al negar en un primer momento los ataques verbales contra Zidane. Los defensores de Materazzi dicen que eso es saber competir. No señores, eso no se llama competir. Los más grandes deportitas de la historia han alcanzado las cotas más elevadas de gloria sin necesidad de actitudes y comportamientos barriobajeros. Qué lástima que la prensa española, que ha elevado a Materazzi a categoría de mártir, tenga la memoria tan escuálida y no recuerde lo que dijo del defensa italiano después del brutal codazo de éste a Sorín, en la vuelta de los cuartos de final de la Champions, entre el Villarreal y el Inter de Milán. Entonces se trataba de la agresión a un equipo español. Ahora, en cambio, era un francés que defendía la camiseta de su país y que, para más inri, nos había echado con toda justicia del Mundial, cuando esa misma prensa llevaba meses jubilándole anticipadamente, como si fuera un empleado de banca o de una empresa multinacional de telefonía.
Un último detalle. Medina Cantalejo, que actuó de cuarto árbitro en esa final, volvió a ser protagonista porque fue el que vio la agresión de Zidane e hizo al árbitro sabedor de la acción. Desde luego, no procede calificarle de "soplón" ni tampoco decir que actuó mal. Pero sí fue más allá de las funciones encomendadas al cuarto árbitro, que no está para ver lo que no presencian ninguno de los tres que está en el terreno de juego. El comentario viene a cuento porque, como es lógico, la jugada de Materazzi y Zidane no se va a olvidar tan fácilmente y a la primera similar que se produzca en nuestra Liga y el cuarto árbitro se quede, tan a gusto, en su caseta, no faltará quien recuerde que en la final del Mundial Medina Cantalejo sí advirtió al árbitro. Y ya tendremos lío porque o Medina se excedió o los colegiados que actúan como cuarto árbitro llevan unos cuantos años incumpliendo sus funciones.
Y por si hay alguna duda, pienso que la FIFA debió no conceder el Balón de Oro del Mundial a Zidane y especificar, además, que la agresión fue el detonante para tomar la decisión. Quizá de esta manera hubiera dado un paso más para ayudar a todos a entender que "competir" no tiene nada que ver con lo que hicieron Zidane y Materazzi.
domingo, julio 16, 2006
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6 comentarios:
[…] que vino a cerrar de un modo gris una carrera impecable.
En mi opinión, cada uno tiene lo que se merece. (Y no tan impecable, pues he leído que es la segunda vez que el gabacho agrede de un cabezazo a un rival, pero no te puedo precisar más).
Habrá que demostrar que Materazzi insultó (¿lectura de labios?). Que Zidane es el agresor ya está demostrado.
Para la aguja, estoy completamente de acuerdo en que cada uno tiene lo que se merece. Probablemente, por eso Zidane será recordado como uno de los cinco mejores jugadores del mundo. El adjetivo de "impecable" siempre es exagerado porque es prácticamente imposible llevar una carrera así, sin fallos, sin errores.
No es necesario demostrar que Materazzi insultó porque el jugador italiano lo ha reconocido, pese a que en primera instancia lo negó. Materazzi matizó que el insulto no fue dirigido a la madre de Zidane, aunque su credibilidad ya ha quedado en entredicho. En cualquier caso, da lo mismo lo que le dijera: la acción de Zidane es reprochable en cualquier caso. Gracias por tu comentario.
Totalmente de acuerdo con la aguja. Zidane culpable, Materazzi inocente: No hizo nada
Creo que ha llegado el momento de que haga una matización un tanto personal.
Observo que en los comentarios de las bitácoras uno tiende a ser parco, y ello conlleva el no poder expresarse convenientemente.
[Quizá por ello estoy pensando en algo mixto entre las bitácoras y los foros. Pero será para el curso que viene, si es que me decido. Si fuera el caso, me gustaría que ese fuera un espacio de todos los que nos gusta comentar no sólo resultados, sino la actualidad y la realidad del deporte].
Dicho lo que antecede, y sin ánimo de cobrar protagonismo (quizá sea por ello por lo que los comentarios tienden a ser parcos en las bitácoras) dejaré en el aire las siguientes cuestiones que he avanzado en la Aguja de Bitácora:
¿Cuál sería la diferencia en lo que se está siguiendo si Materazzi hubiera agredido a Zidane con ese mismo cabezazo a instancias de la provocación del genio galo?
¿Se habría intentado ensalzar la figura del italiano como se está haciendo con Zidane? ¿Es justo que la genialidad aminore las consecuencias de un "delito"? ¿Estaríamos oyendo que las provocaciones son algo consustancial al fútbol actual y que hay que saber reprimirse? ¿Se habría citado a declarar en la FIFA al francés por sus (supuestos en este caso) insultos? ¿Se habría abierto un expediente y citado a ambos a un careo?
Lo que no encuentro justificable es que la ley (sea la que sea) se imparta según qué casos.
(Lamento haber ocupado tanto espacio. Saludos).
Estoy de acuerdo con la aguja. Es evidente que si la acción hubiera sido la misma pero con cambio de protagonistas no estaríamos hablando de lo mismo. Quiero aclarar que no estoy en contra de que castiguen a Zidane sino de que juzguen toda su carrera por este incidente. Pero es obvio que está mal lo que hizo y que, además, no se está midiendo por el mismo rasero a los dos.
Y nada de disculparse. Este es el blog de todos. Podeis explayaros lo que os apetezca. Gracias por tu comentario.
Obradek, la cuestión es que no es un caso aislado y este tipo de incidentes son relativamente frecuentes en la carrera de Zidane. No se juzga toda la carrera por ello, pero el tío s eha retratado.
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