Lo peor de estar tres años sin ganar un título no es el hecho en sí sino el clima de ansiedad que se genera. El Real Madrid lo sabe muy bien. Cada temporada que transcurre sin nada que celebrar engorda el peso de la losa que el club debe soportar. Y es evidente que ese clima de ansiedad se está dejando sentir durante la pretemporada, en la que cada resuello de un miembro de la plantilla se eleva a categoría de noticia. Si a esto le sumamos un proceso electoral plagado de incidentes y de juego sucio, el cóctel resulta explosivo.
Una de las figuras más destacadas de este improvisado Belén -permítaseme la licencia, con disculpas anticipadas para quien pueda sentirse ofendido- es la de las promesas electorales de Ramón Calderón, sobre todo aquéllas que no ha cumplido. Cuando aún era candidato, el actual presidente merengue aseguró que el brasileño Kaká vestiría de blanco si los socios le votaban. Y a poco más de una semana para que se cierre el plazo de fichajes, su contratación parece improbable.
Sin embargo, no diría que Calderón ha incumplido promesas electorales. Más bien, no ha medido bien donde comenzaba una y donde finalizaba otra. El actual presidente merengue está cumpliendo el precepto más importante con el que se presentaba a las elecciones, esto es, dejar las decisiones deportivas en manos de los técnicos. Contrató a Fabio Capello como entrenador y se puso a su disposición para reforzar el equipo. Está claro que Cannavaro, Emerson, Van Nistelrooy y Diarra no se corresponden con los deseos del presidente sino con los del entrenador. Los del presidente pasaban por contratar a Kaká, a Cesc y a Robben, los nombres que dio en la campaña. Es decir, que él solito se metió en el lío. El tren le pillaría de todos modos. Si traía a esos jugadores, no prioritarios para el entrenador, se metía en el terreno deportivo, lo que fue muy criticado al presidente anterior. Si no los traía, hacía falso un reclamo electoral.
El tiempo lo dirá pero, vistas anteriores experiencias, Calderón ha optado por lo correcto. No obstante, también convendría que el aficionado del Real Madrid cayera en la cuenta de que en fútbol no existen fórmulas mágicas que garanticen resultados. Hacer caso a los técnicos tampoco asegura títulos. Desde luego, es una manera más ortodoxa de trabajar pero los técnicos también se equivocan. Si Joan Laporta y Sandro Rosell hubieran hecho caso a Frank Rijkard, Ronaldinho no hubiera fichado por el Barcelona. Es sólo un ejemplo.
En cualquier caso, el socio madridista no votó un fichaje, sino un proyecto. Y ese proyecto contempla hacer caso a los técnicos. El aficionado que reclame a gritos el fichaje de Kaká debería recordarse a sí mismo hace unos meses, cuando bramaba por las adquisiciones de jugadores con mucho nombre pensando en el marketing, en lo que se simplificaba con la expresión "vender camisetas". Ya lo sospechábamos: el aficionado pasa de modelos, esquemas y métodos. Sólo quiere ganar.
martes, agosto 22, 2006
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1 comentario:
De vuelta de vacas y veo que te animas a meerle mano al club de mis amores. Un abrazo
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