Se ha escrito mucho de la relación entre Ronaldo y el público que frecuenta las gradas del Santiago Bernabéu, el de la Liga, el de abono. Muchas opiniones sostienen que entre ambas partes nunca ha habido química, sobre todo en los últimos tiempos, cuando han sido habituales los silbidos de los aficionados al delantero brasileño y también las críticas, más o menos veladas, de éste al respetable. Suele mencionarse igualmente el episodio de la entrega del balón de oro en el Bernabéu, con la grada coreando el nombre de Raúl.
Es una relación especial, que no quiere decir necesariamente mala. De no ser así, no se explicaría lo sucedido el pasado domingo. La primera media hora frente al Deportivo de La Coruña es de las peores que se recuerda a Ronaldo. Escondido en una banda, casi sin pisar área y con evidencias de no estar aún en forma, el brasileño colmó la paciencia de no pocos seguidores; incluso los más sosegados terminaron por estallar cuando Beckham alzó la cabeza en la línea de fondo, tras una buena jugada con Cicinho, y no encontró rematador mientras que Ronaldo trotaba en zona de tres cuartos como si con él no fuera la cosa. Tras una de esas jugadas en las que la indolencia de Ronaldo rozó los límites de lo permitido llegó la acción de su gol.
Y todo cambió. Ronie aprovechó el momento y realizó al borde del descanso una jugada individual en la que sorteó en eslálom a varios contrarios y no marcó por la buena actuación de Molina. Tras el descanso, unas pocas acciones más (en una de ellas falla un gol cantado por llegar tarde al balón que le cede Beckham) y llega la sustitución. Y allí está el público del Bernabéu, en pie, despidiendo a Ronaldo con una ovación. Jamás tan poco sudor levantó tantos aplausos.
No escuché, sin embargo, al ariete hablar del público, al que semanas atrás había acusado de no animar y de ir a por él junto con un sector de la prensa. Este es otro capítulo. Al día siguiente, la mayoría de los periodistas coincidían en señalar "el regreso" de Ronaldo cuando el rendimiento del brasileño no había distado mucho de otros que habían sido duramente criticados. Pero, obviamente, ni habló bien del público ni de la prensa.
Ni buena ni mala. La relación de Ronaldo con el público del Bernabéu es especial, enigmática y muchas veces incomprensible. Y que nadie dude que habrá quien le eche de menos si finalmente se marcha este verano del Real Madrid. Porque ese público tan exigente ha consentido a Ronaldo actitudes que no hubiera tolerado en otros casos.
miércoles, marzo 29, 2006
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3 comentarios:
Paquirrín es lamentable y condiciona para mal el juego del equipo.
Espero que las declaraciones de amor del presidente por accidente sean una táctica para venderlo bien. Aunque no le creo tan hábil.
A la (piiiiiii) calle ya con ese, por Dios.
Bueno, tras el Barcelona-Madrid creo que se ha retratado Ronnie.
Sobre su juego: sólo rinde con un equipo muy echado atrás. Si ese es el Madrid que os gusta,. adelante. A mi me parece patético.
Sobre su estado de forma: El lamentable, menos mal que estaba el penoso Motta por medio.
Sobre su mentalidad: Sale en el AS diciendo que fue feliz en el Camp Nou. Te cagas. Enpatas, te roban el partido, te pegan un baño de juego acojonante, pero como ha metido su golito está feliz. Un tío como Dios manda sale jodido del campo. Este Madrid peca de autocomplacencia incluso en sus horas más bajas. Qué asco.
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