Nuestro fútbol cuenta con árbitros y comités de lujo. No se trata de ninguna broma. La Real Academia Española define "lujo" en su segunda acepción como "abundancia de cosas no necesarias". Y es evidente que no necesitamos árbitros como los actuales ni comités como los de ahora. Los necesitamos, sí, pero mejores.
Una competición en la que hay tanto dinero y tantos intereses en juego, en la que participan buena parte de los mejores futbolistas del mundo no debería contar con jueces que ni siquiera son capaces de imponer su autoridad en el terreno de juego y que, a la vista de sus actuaciones, no están ni mínimamente preparados para acometer su labor. Lo del Comité de Competición ya es más grave porque la dudosa excusa de la rapidez de las jugadas y de tener que tomar una decisión en una décima de segundo se esfuma.
Después de ver como la entrada del racinguista Oriol al realista Aramburu quedaba sin sanción en el terreno de juego y fuera de él por parte de los comités es lógico que pulule por la competición una especie de inseguridad jurídica. El episodio del pasado fin de semana también fue significativo: los árbitros (porque los asistentes también están para algo) no ven el salivazo de Eto'o y después el Comité de Competición estima oportuno pasar del asunto como también de las inadmisibles declaraciones racistas -por mucho que haya tratado después de matizarlas- de Javier Clemente (ya lo dijimos, ha vuelto la mitad mala del de Baracaldo). Tampoco actuaron en su día cuando algún presidente de club calificó al árbitro de turno de ladrón o insinuó alguna corruptela en la competición.
En esta anarquí es complicado vivir. ¿Se imaginan que les robaran en la calle, con testigos, con todas las pruebas y el juez estimara que no ha lugar juzgar esa acción? La ciudad tardaría unos pocos días en convertirse en una jungla (más todavía de lo que es). Esta anarquía es la que permite la actual Federación Española, con todo manga por hombro (ya hablábamos del maltrato a los modestos a propósito de la Copa). Y que nadie se confunda. Los árbitros son malos, pero para todos. La única conspiración de Villar y compañía es permitir la entrada a tanto incompetente. Y termino como empecé, con algo que puede sonar a chiste. En definitiva, las decisiones arbitrales a favor del Barcelona no hacen sino perjudicarle porque ponen bajo sospecha un trabajo y un proyecto del que no debería quedar ninguna duda.
domingo, enero 22, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario