domingo, noviembre 27, 2005

¡Héroes!

El sábado asistí a un espectáculo deportivo impresionante, para quitarse el sombrero, con muestras de voluntad, coraje, garra y pundonor como en ningún otro lugar. Un acontecimiento en el que los deportistas luchaban por ser los mejores... y por algo más.
No se trataba de Ronaldinho, de Eto'o, de Raúl, de Pau Gasol, de Rafa Nadal o de Fernando Alonso. Se trataba de Salvador, de Evaristo, de Susana, de Enrique, de Juan Carlos, de Pili... deportistas anónimos que participaron en el campeonato de Special Olympics en Madrid. Se trata de deportistas con minusvalías psíquicas, capaces de hacer cosas increibles. Pero sobre todo de luchar, muchos de ellos desde la cuna. Porque muchas veces la sociedad les hace de menos y no les permite integrarse y les pone barreras.
Probablemente, nunca serán portada en los periódicos ni tendrán espacio en las emisoras de radio. Pero su interés por el deporte es máximo, es lo que les permite que los que hemos tenido la suerte de no contar con una tara nos acerquemos a ellos y les demos apoyo.
"Necesitan mucha ayuda, mucho cariño", nos decían a un grupo de voluntarios que estábamos con los de mayores minusvalías. Para ellos es un triunfo coger un balón y recorrer unos metros botándolo. Pero quieren ser mejores que los del otro grupo, llevar la pelota más rápido. Cuando tiran a canasta y consiguen encestar organizan una fiesta y la comparten con los demás. Otro voluntario me decía: "siempre vengo con un poco de reparo porque creo que me va a dar pena pero todas las veces salgo contentísimo, con las pilas puestas". Ni más ni menos que la energía que transmiten estos seres maravillosos.
Cuando un equipo de baloncesto mete una canasta y el pabellón con sus familias estalla de alegría, los deportistas de Special Olympics son los reyes del mundo. Alzan los brazos, sonríen, van a besar y abrazar a sus compañeros. Y cómo se enfadan cuando pierden. Son ganadores natos, no quieren perder nunca, ni tampoco se conforman con el empate. El empate nunca les vale a ellos. Lo que nos suele servir a nosotros, a ellos no. Están acostumbrados a luchar el doble en la vida para conseguir menos de la mitad.
Las masas se desbordan cuando se trata de estar al lado de los grandes pero hacen falta voluntarios para ayudar a los héroes anónimos. En el fondo, prefiero estar con ellos. ¿Por qué? Muy sencillo, porque son mejores. ¡Animo, héroes!

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