Leo en Marca una entrevista con Luis Figo en la que, entre otras declaraciones, el portugués afirma: "no culpo de nada a Luxemburgo. Sé de dónde vienen las órdenes y quién hace las alineaciones en el Real Madrid".
Permitidme echar la vista atrás unos cuantos años. Cuando el Real Madrid pierde la final de la Copa de Europa en Atenas frente al Inter de Milán, el entrenador, Miguel Muñoz, le dice a don Santiago Bernabéu que hay que renovar el equipo, que ya está un poco mayor, que esas glorias han sido los mejores pero va siendo hora de darles el relevo. Bernabéu le pregunta acerca de los jugadores que, a su juicio, deben causar baja en el equipo y el primer nombre que Muñoz le suelta es el de Alfredo di Stéfano. Cuenta Julián García Candau que Bernabéu habla con su gerente, Antonio Calderón, y le dice que le comunique la baja a Di Stéfano: "ofrécele el puesto que quiera en el club y se lo das. Menos futbolista, el que quiera". Pero no fue tan fácil. Di Stéfano montó en cólera y lo que a partir de entonces pasó entre jugador y presidente se lo llevó don Santiago a la tumba y probablemente también hará lo propio la "saeta rubia" cuando nos deje. Pero el caso es que Di Stéfano fichó por el Español y Bernabéu no le perdonó ni en el lecho de muerte.
Parafraseando uno de los cánticos de los aficionados, "así, así, así cuesta irse del Madrid". Es evidente que cuando un futbolista está en uno de los mejores clubes del mundo nunca ve el momento de marcharse. Recientemente, Míchel Salgado repondió a los rumores que le situaban fuera del equipo en el mercado de invierno con estas palabras: "a mí me tendrán que sacar del Madrid a patadas". Un día de éstos recordaremos cómo se fue del equipo todo un campeón del mundo como Didí y lo que "largó" cuando regresó a Brasil.
Se entiende que Figo esté dolido porque haya tenido que abandonar el Madrid. Pero ya cuesta entender que diga estas cosas, sobre todo porque, en definitiva, esas palabras no hacen sino ir en su contra. En el Madrid no han cambiado tantas cosas desde que él llegó. Entonces, cabe concluir que cuando Figo era titular indiscutible también llegaban las alineaciones hechas al entrenador. Porque Figo fue prioritario para Luxembrgio durante buena parte del Campeonato. Si alguien le hacía las alineaciones, Figo jugó por decreto, lo que no habla demasiado bien de él. En fin, dicen que no es conveniente escupir hacia arriba porque finalmente te acaba cayendo encima y la actitud de Figo así lo corrobora.
El asunto de los resentidos no es sólo propio de las grandes figuras de las que hemos hablado. Rubén González, el rubio central madridista, jugó cedido la pasada campaña en el Albacete. Cuando llega el verano, el Madrid le dice que busque equipo porque no se cuenta con él. Rubén pierde el trasero por buscar los micrófonos de Radio Marca y contarle a Paco García Caridad lo mal que se han portado con él, las pocas oportunidades que le dan a la cantera, etc. Como no encuentra equipo, el Madrid le ofrece volver al filial y Rubén no tarda ni cinco minutos en decir que sí. ¡Ay, los resentidos!
lunes, noviembre 07, 2005
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