miércoles, marzo 29, 2006

Ronaldo y el público del Bernabéu

Se ha escrito mucho de la relación entre Ronaldo y el público que frecuenta las gradas del Santiago Bernabéu, el de la Liga, el de abono. Muchas opiniones sostienen que entre ambas partes nunca ha habido química, sobre todo en los últimos tiempos, cuando han sido habituales los silbidos de los aficionados al delantero brasileño y también las críticas, más o menos veladas, de éste al respetable. Suele mencionarse igualmente el episodio de la entrega del balón de oro en el Bernabéu, con la grada coreando el nombre de Raúl.
Es una relación especial, que no quiere decir necesariamente mala. De no ser así, no se explicaría lo sucedido el pasado domingo. La primera media hora frente al Deportivo de La Coruña es de las peores que se recuerda a Ronaldo. Escondido en una banda, casi sin pisar área y con evidencias de no estar aún en forma, el brasileño colmó la paciencia de no pocos seguidores; incluso los más sosegados terminaron por estallar cuando Beckham alzó la cabeza en la línea de fondo, tras una buena jugada con Cicinho, y no encontró rematador mientras que Ronaldo trotaba en zona de tres cuartos como si con él no fuera la cosa. Tras una de esas jugadas en las que la indolencia de Ronaldo rozó los límites de lo permitido llegó la acción de su gol.
Y todo cambió. Ronie aprovechó el momento y realizó al borde del descanso una jugada individual en la que sorteó en eslálom a varios contrarios y no marcó por la buena actuación de Molina. Tras el descanso, unas pocas acciones más (en una de ellas falla un gol cantado por llegar tarde al balón que le cede Beckham) y llega la sustitución. Y allí está el público del Bernabéu, en pie, despidiendo a Ronaldo con una ovación. Jamás tan poco sudor levantó tantos aplausos.
No escuché, sin embargo, al ariete hablar del público, al que semanas atrás había acusado de no animar y de ir a por él junto con un sector de la prensa. Este es otro capítulo. Al día siguiente, la mayoría de los periodistas coincidían en señalar "el regreso" de Ronaldo cuando el rendimiento del brasileño no había distado mucho de otros que habían sido duramente criticados. Pero, obviamente, ni habló bien del público ni de la prensa.
Ni buena ni mala. La relación de Ronaldo con el público del Bernabéu es especial, enigmática y muchas veces incomprensible. Y que nadie dude que habrá quien le eche de menos si finalmente se marcha este verano del Real Madrid. Porque ese público tan exigente ha consentido a Ronaldo actitudes que no hubiera tolerado en otros casos.

lunes, marzo 27, 2006

El botellón

En las últimas semanas se están poniendo de moda los macrobotellones, convocados a golpe de mensaje de móvil o correo electrónico y, en algunos casos, auspiciados, protegidos y consentidos por las autoridades pertinentes (ya saben, si no puedes con el enemigo, únete a él). Lo único que sucede es que cuando se ha querido poner freno a la situación ya era demasiado tarde; los jóvenes y los no tan jóvenes se ríen de la prohibición de hacer botellón con estas concentraciones.
Algo parecido sucede en el fútbol. Lo de arrojar objetos al terreno de juego se convierte en práctica habitual y aquí no pasa nada, entre otras cuestiones porque los que tienen que sancionar están atados de pies y manos. El episodio del jueves en el Vicente Calderón es triste y lamentable desde varios puntos de vista. Es decir, no hay por dónde agarrarlo, se mire como se mire.
Después de caer unos cuantos objetos al terreno de juego, una lata de bebida impacta en Palop, portero del Sevilla. El colegiado, Ayza Gámez, recoge también una botella de cristal lanzada desde la grada. El partido se suspende. Y se reanuda media hora después, casi sin público, sin TV, pasada la medianoche (la hora del encuentro, 10 de la noche de un día laborable, también se las trae)...
O andamos muy desmemoriados o es cierto que hace tan sólo unas semanas se suspendió un partido, en Mestalla, porque un objeto alcanzó a un árbitro asistente. Pero el encuentro quedó definitivamente aplazado, a nadie se le ocurrió ordenar su reanudación. Como castigo, el Valencia tuvo que jugar lo que restaba de ese partido de Copa frente al Deportivo de La Coruña a puerta cerrada.
Pero debe ser que no es lo mismo acertar a un compañero del árbitro que al portero del equipo visitante. Por lo primero, merece la pena suspender el partido y castigar duramente al propietario del terreno de juego. Por lo segundo, con que se calmen los ánimos y se vaya el público, es suficiente. No parece lo más adecuado. Ambos escenarios merecen la misma medida: partido suspendido y que decidan los comités correspondientes.
Claro que puestos a pensar mal (o no tan mal) hubiera resultado realmente delicado aplazar el partido y dejar para otro día la disputa de los minutos restantes. No hay que olvidar que uno de los contendientes, el Sevilla, está aún vivo en la Copa de la UEFA, y que gracias al calendario diseñado por algún genio (además de circunstancias como las dos semanas de vacaciones de Navidad, los 20 equipos en Primera, etc), las fechas libres de aquí al final de la temporada son escasas. Tampoco sobra apuntar que algunos en la Federación Española de Fútbol deben estar aún dando saltos de alegría porque al Español le eliminaron de la UEFA, ya que sólo esta circunstancia ha hecho posible que la final de la Copa del Rey conociera a los dos contendientes antes de su disputa. Vamos, que había que terminar ese partido sí o sí, tiraran botellas de whisky o cocodrilos al terreno de juego.
Llegados a los comités nos encontramos con otro problema. El castigo de cerrar el campo suena a broma cuando el F.C.Barcelona aún no ha cumplido (ni seguramente cumplirá ya) los dos partidos de clausura por los que fue sancionado debido a los tristemente célebres incidentes acaecidos en el partido de Liga contra el Real Madrid, el de la famosa cabeza de cochinillo y la botella, curiosamente también de whisky, arrojados desde la grada. Como aquí hay para todos, ni se conoce sanción para el Real Madrid por permitir que dos sujetos (además, conocidos y suficientemente identificados con los nombres de Mark Roberts y Jimmy Jump) saltaran al terreno de juego en el partido de la primera vuelta contra el Barcelona. Y así, castigar ahora al Atlético de Madrid se hace cuesta arriba. Sanción económica ínfima y a otra cosa.
Me da la impresión de que ocurre lo mismo que con los botellones: cuando se quiera poner fin a esta situación será demasiado tarde. Al menos, espero que la Federación no permita u organice un partido con permisividad de lanzamiento de objetos al terreno de juego, aunque con las medidas tomadas en el Atlético-Sevilla ha dado un primer paso.

martes, marzo 21, 2006

No lucharán por ser segundos

Es obvio que lo que resta de temporada va a ser un calvario para el Real Madrid: sin aspiraciones, sin posibilidades de títulos, sin motivación y con el mal ambiente que suele rodear estas circunstancias. Pero dicen que quien siembra vientos recoge tempestades. Por este lado, hay poco más que aportar.
A principios de enero, se publicó en este mismo blog que el objetivo del equipo merengue en la Liga estaba en luchar por la segunda plaza, que da acceso directo a la próxima edición de la Champions. Sin embargo, ateniéndonos a la experiencia de los últimos años y con la marejada que se vive en las cercanías del Santiago Bernabéu, también veo complicada la consecución de esta meta.
En la temporada 1999/2000, el Real Madrid se quedó sin opciones de Liga en la recta final de un campeonato que se disputaron hasta última hora el Deportivo de La Coruña, vencedor definitivo, y el Barcelona. Aquel equipo, al que ya entrenaba Vicente del Bosque, no hizo el más mínimo esfuerzo por asegurar el segundo puesto; es más, se abandonó tanto en la Liga que perdió los cuatro últimos partidos en casa y finalizó la competición en quinto lugar, es decir, fuera de los puestos de Liga de Campeones. Toda la temporada quedó a expensas de un sólo encuentro: la final de la Champions en París frente al Valencia, que terminó venciendo por 3-0.
Dos años después, con el Valencia claramente destacado en cabeza de la Liga, el Real Madrid volvió a fiarlo todo en la máxima competición europea. En este caso, tuvo la consecución del segundo puesto, que le aseguraba acceso directo a la Champions, en su mano. En el último partido de Liga se enfrentaba al Deportivo de La Coruña, al que llevaba un punto de diferencia. El equipo blanco cayó con estrépito (3-0), se dejó arrebatar el segundo puesto por la escuadra gallega y volvió a depender de lo que sucediera en la final de la Liga de Campeones, que ganó de nuevo, en este caso al Bayer Leverkusen en Glasgow.
En 2004, tras el fiasco de la final de Copa en Barcelona frente al Zaragoza, el Real Madrid cayó en picado y, una vez superado por el Valencia, volvió a sentirse sin fuerzas ni ganas para luchar por la segunda plaza. De los últimos seis partidos de Liga perdió cinco (sólo venció al Atlético de Madrid en el Vicente Calderón) y terminó en cuarto lugar. En este caso, no hubo triunfo en Champions, lo que le obligó a jugar la fase previa al comienzo de la siguiente temporada. La excepción en estos últimos años se dio en el pasado ejercicio, cuando el Real Madrid finalizó la Liga en segundo lugar. Pero entonces, el equipo blanco se situó a seis puntos del Barcelona cuando aún restaban unas cuantas jornadas para terminar el torneo de la regularidad. El sprint final no fue para asegurar el segundo puesto sino para intentar un asalto, difícil pero posible, al campeonato.
La experiencia de estos años y la actitud del equipo en los últimos dos encuentros nos vuelve a mostrar que el Madrid no va a luchar por quedar segundo. Además, este año se da un factor novedoso e importante: algunos de los miembros de la actual plantilla no seguirán en ella, incluído el entrenador. Su compromiso para asegurar un buen futuro es mínimo. Y aquí entra en juego el nuevo presidente. Es necesaria una revolución pero debe ser silenciosa. Por la ausencia de ese silencio se explican actuaciones en rueda de prensa como las de Míchel Salgado y Roberto Carlos durante la semana pasada. "No voy a dejar que otros jugadores utilicen la camiseta con el número 3", aseguró el lateral brasileño. Sonó demasiado a las palabras pronunciadas a pie de campo por Hugo Sánchez, cuando su salida del Madrid estaba cantada: "quiero conocer a ese macho que va a meter más goles que yo". Ni Hugo estuvo a la altura aquel último año ni "ese macho" (Iván Zamorano) marcó más tantos que el mexicano.
Las declaraciones de futbolistas y entrenador irán en la línea de "aún hay posibilidades", "vamos a por la Liga". Si alguno se sale del discurso será pertinentemente aleccionado, como hizo Fernando Martín con Iker Casillas. Pero ahora, el objetivo de los jugadores es que la temporada se termine lo antes posible. Cuando acabe conocerán su futuro, lo que realmente les interesa.

P.D. Por cierto, acabo de enterarme de que Onda Madrid se ha hecho con un informe que había realizado Benito Floro, todavía director deportivo del Real Madrid. La semana pasada se supo que Floro no seguirá en el club, tras una reunión que mantuvo con el presidente. Nunca le tuve por un tipo excesivamente inteligente, aunque esa es una opinión personal. Lo que sí debe tener en cuenta aquél que quiera contratar a Floro es que no parece excesivamente discreto o atento con la documentación que maneja. Y esto ya es un hecho contrastado.

jueves, marzo 16, 2006

La parada imposible

Para Jesús Rollán, in memoriam

Verano de 1996. Domingo por la tarde. Me dispongo a encender el televisor y pasar unos cuantos minutos de máxima emoción. Estamos en plenos Juegos Olímpicos de Atlanta y se disputa la final de waterpolo: España-Croacia. A nuestra selección le falta el oro en esta competición y lo va a lograr. Y una frase retumba y atrona durante la retransmisión, con el peculiar estilo del compañero de TVE especializado en natación Pepe Ruiz Orland: "¡Paró Rollán, paró Rollán, paró Rollán!". La victoria final de la selección es la constatación del éxito rotundo de un grupo admirable de deportistas. Y también de que Rollán es el mejor portero del mundo.
Ya lo era cuatro años antes, cuando España tuvo que conformarse en Barcelona con la plata frente a Italia, en una final interminable, con igualdad absoluta traducida en numerosas prórrogas y con un público entregado, incluída la familia real.
Por eso, daba especial alegría ver a Rollán, junto con los Estiarte, Oca, Moro, Pedrerol, Marcos, Ballart (el del bañador de las calaveras y las tibias) saltar en un pasillo de la residencia en la Villa Olímpica al grito de "¡Sí, sí, sí, el oro ya está aquí!". Aquella cita de Atlanta contempló en numerosas ocasiones el ritual del mejor guardameta sobre el agua: estirar los brazos, detener el balón amarillo, puño en alto para celebrarlo, para después agarrar fuerte la bola con las dos manos y besarla. Acto seguido, con rostro de máxima concentración, buscar un compañero desmarcado.
En condiciones normales, Rollán debería haber sido una gloria en España. Fue considerado durante mucho tiempo como el mejor portero del mundo, dio el salto sin problemas a la Liga italiana, la NBA del waterpolo, donde los contratos presentan cifras mareantes. Pero se topó con la maldición de los deportes minoritarios. Ni TV, ni entrevistas, ni medios... ni mucho dinero. Rollán representa, junto al gran Manel Estiarte, la evolución de uno de los deportes que más alegrías ha dado a la afición en los últimos años. La transición con Dragan Matutinovic de entrenador, la llegada y triunfo de Joan Jané... y los éxitos. Para añadir a Atlanta, el oro en el Mundial de Perth (Australia), en el que, tras la entrega de medallas, se produjo un hecho insólito. La megafonía de la piscina sufrió un fallo que impedía que sonara el himno nacional en honor a los campeones. Ni cortos ni perezosos, los jugadores españoles empezaron a tararearlo en voz alta, lo que arrancó el aplauso de los aficionados ante tal muestra de espontaneidad. Y de fondo, siempre la sonrisa de Rollán.
Hace unos días conocimos la noticia de su muerte, tras precipitarse desde un balcón. Porque la vida, al margen de lo anterior, también es un matrimonio fallido, también es una hija de corta edad a la que apenas se puede ver; la vida también es subir al tren de Italia un poco tarde y tener que regresar antes de tiempo, para retirarte sin cámaras, sin portadas, sin atenciones... Porque la vida debe ser muy complicada; la vida es un balón que Jesús Rollán no pudo detener. Y era el número uno en estas lides. La vida también es un puerto con el que no pudieron Chaba Jiménez ni Marco Pantani, un púgil que derrotó por K.O. a Urtain.
En los Juegos de Sydney 2000 comenzó a cerrarse ese ciclo histórico del waterpolo español. Tras perder el partido que nos dejaba fuera de las medallas, el gran Estiarte pidió a los medios que no le hicieran más preguntas: "mis compañeros están en el vestuario y tengo que entrar a llorar con ellos", dijo ante las cámaras. Llevaba el rostro desencajado por el esfuerzo estéril. Como el día de la incineración de Rollán.

miércoles, marzo 15, 2006

Si yo fuera Bernabéu...

Uno de los pecados capitales de Florentino Pérez fue querer ser como don Santiago Bernabéu. Y quizá no tanto por lo ambicioso de la empresa como por la forma de hacerlo. Las referencias de Pérez al histórico mandatario merengue eran continuas. Estaba claro, era su modelo, su horizonte.
Es posible que al Real Madrid le hubiera ido mejor si su presidente se hubiera dedicado a ser él mismo, en lugar de intentar seguir los pasos de Bernabéu. Pérez logró hacerlo en aspectos muy llamativos, como la construcción de la nueva ciudad deportiva y los fichajes de futbolistas de primer orden.
Sin embargo, alguna vez ya hemos comentado que en el mundo del deporte en general y en el del fútbol en particular la situación está dominada por las pequeñas cosas, lo que algunos técnicos de baloncesto gustan de llamar "los intangibles". Y ésos son los detalles de Bernabéu que Florentino Pérez ni siquiera ha sido capaz de intuir.
Fijémonos simplemente en dos detalles. En su rueda de prensa de despedida, tras hacer pública su dimisión, Pérez señaló que la necesaria renovación del equipo debería hacerla otra persona, que no tuviera el compromiso y la deuda con las estrellas del club. Si nos vamos a la época de Bernabéu nos encontramos con un caso que los habituales de este blog ya conocen. Tras la derrota en la final de la Copa de Europa disputada en Atenas frente a un joven e ilusionante Inter de Milán, Bernabéu pide al entrenador, Miguel Muñoz, que le haga una lista de posibles bajas con el fin de remozar la plantilla. El primer nombre que Muñoz colocó en la relación fue Alfredo di Stéfano. Florentino lo hubiera considerado poco menos que una herejía. Bernabéu salió en busca de su fiel gerente Antonio Calderón y le dijo: "ofrece a Di Stéfano un puesto en el club, el que le apetezca; menos futbolista, el que quiera". La anécdota la ha contado en numerosas ocasiones Julián García Candau, biógrafo de don Santiago.
El segundo detalle se refiere a la ya famosa frase de Florentino respecto a la "mala educación" que había dado a los futbolistas. Bernabéu no los educó mal porque los conocía de sobra. Y una buena prueba la refleja el periodista Martín Semprún cuando recoge en su libro Santiago Bernabéu, la causa la opinión que de los jugadores tenía el sempiterno presidente. Decía que los futbolistas eran como los gatos y los sobrinos. Cuando un gato tiene hambre da vueltas a tu alrededor, maulla y hace ruidos extraños hasta que le echas algo de comer. Al conseguir la raspa de pescado, el gato se marcha y no quiere saber más de ti. De los sobrinos decía que cuando van por la calle y alguien les pregunta por su tío, su respuesta dependerá del poder adquisitivo de éste. Si es rico, contestarán: "mi tío bien; la semana pasada estuve a verle y hoy voy otra vez"; si es pobre dirán simplemente: "hace dos años que no sé nada de mi tío".
Al hilo de estas anécdotas, alguno puede pensar que Bernabéu no quería a los futbolistas. Nada más lejos de la realidad. Quienes bien le conocieron saben que los trataba como si fueran hijos. Más de una persona muy cercana a él ha comentado que Di Stéfano fue como el hijo que nunca pudo tener con doña María, su esposa. Pero precisamente porque los quería también los conocía y sabía dónde tenía que poner el freno.
En una de sus recientes visitas a Madrid, Pelé fue entrevistado por Real Madrid TV y le preguntaron si Robinho podría ser como él. El astro brasileño señaló que le hacía gracia cuando le hacían ese tipo de preguntas y lo argumentaba con una aplastante lógica: "podrá haber un futbolista mejor que Pelé, seguro; pero uno como Pelé es imposible porque cuando me hicieron, mi papá y mi mamá rompieron el molde". En su empeño por lograr el imposible de ser como Bernabéu, Florentino fue incapaz de dar continuidad a su propio proyecto.

P.D. Muchas gracias a todos por vuestros comentarios de ánimo y la comprensión después de que el blog estuviera parado durante unos días. Trataré de recuperar el tiempo y ponerme al día con los comentarios. Mil gracias a todos por vuestra fidelidad.

miércoles, marzo 01, 2006

Frankenstein Pérez

Florentino Pérez acabó siendo víctima del monstruo que él mismo creó, como le sucede al protagonista de Frankenstein, la novela escrita por una jovencísima Mary Shelley. Todo ha terminado cuando el ya ex presidente del Real Madrid se ha dado cuenta de que la única salida era modificar al monstruo, cambiar sus partes fundamentales. Entonces ha preferido que el necesario trabajo lo haga otro. Florentino Pérez se ha comportado como el cirujano incapaz de operar a su propio hijo de una grave enfermedad. El lunes, Pérez se "quitó la faja" y lo confesó todo: "quizá he maleducado a mis jugadores", aseguró en rueda de prensa; "la renovación la va a hacer mi sucesor con más libertad e ilusión", confesó después a Real Madrid TV.
Los sucesivos intentos de reanimación se han quedado por el camino: cambios de entrenador, arengas a los futbolistas, relevos en la dirección deportiva... El único palo que quedaba por tocar era el de los futbolistas. Y antes de acometer la renovación ha preferido hacer mutis por el foro. Han fallado los pronósticos de los que cada verano aseveraban que a Florentino Pérez "no le va a temblar la mano" a la hora de dar bajas y proceder a la renovación del equipo.
La dimisión de Florentino se ha hecho efectiva un lunes. No podría ser de otra forma. Este día de la semana, antipático para muchos, ha marcado la trayectoria de Pérez en el Real Madrid. Un lunes, 17 de julio de 2000, fue proclamado presidente, tras confirmarse una victoria electoral contra pronóstico frente al entonces inquilino del palco del Bernabéu, Lorenzo Sanz. Un lunes, 23 de junio de 2003, Pérez presidió una junta que cambió el rumbo de la nave blanca. Tomó las decisiones de no renovar a Hierro y, sobre todo, a Vicente del Bosque. Florentino tocó una de las piezas más sensibles del monstruo, creyendo que no pasaría nada, que el proyecto era tan sólido que se podía jugar a ser Dios. Y fue a tocar donde jamás debió ni siquiera asomarse. A partir de entonces, una cadena de errores, uno tras otro, hasta desembocar en otro lunes con noticia, 27 de febrero de 2006: Florentino dimite.
Para unos, un ejemplo de honestidad; para otros, un cobarde y, además, inoportuno por encontrarnos a media temporada. El debate me ha sonado al que se generó tras la renuncia de Camacho a seguir ocupando el banquillo merengue. Florentino Pérez también probó de esa medicina: sentirse incapaz de gobernar la nave. Particularmente aplaudo la decisión. Lo más sencillo es echar a los demás. Pero es complicado echarse a sí mismo. Y más de uno ha hecho esa reflexión: "igual, el que sobra soy yo". Pero muy pocos actúan en consecuencia, porque siempre es más sencillo echar la culpa a los demás.
Hace tan sólo unos dias, Ronaldo se quejaba de la dureza del público del Bernabéu. Para los presidentes, la historia tampoco es sencilla. Lorenzo Sanz perdió las elecciones tras ganar dos Copas de Europa en tres años. Entonces, no gustaban ni su gestión económica ni sus maneras a la hora de gobernar el club. Florentino Pérez se ve obligado a marcharse de forma anticipada, tras sanear la economía del Real Madrid y situarle a la cabeza de los clubs de fútbol por ingresos. La afición no le perdonará tres años consecutivos sin títulos. A pesar de Figo, de Zidane, de una nueva Champions... Aviso para el relevo, Fernando Martín, y los que llegarán.
Pérez ha sido un presidente singular. El madridismo deberá agradecerle la modernizacion del club y el haber logrado unir a los mejores futbolistas del momento bajo el manto de la camiseta blanca. Pero también debe reprocharle su excesiva implicación en el proyecto deportivo que ha desembocado en tres años consecutivos sin ganar nada.
Capítulo aparte merecen los futbolistas que, de momento, salen indemnes de toda esta historia, que ha terminado con algunos entrenadores e incluso con un presidente. Quizá también haya llegado su momento. Lo veremos a partir del sábado. Y también en junio, cuando se conozca la lista de bajas. Nunca sabremos cuál sería la de Florentino Pérez. Pero la de Martín podría ser amplia.
Y para aquellos periodistas que han considerado a Florentino Pérez el culpable de haber tenido que abandonar sus respectivos medios, espero que se den cuenta de que los únicos responsables han sido sus jefes, tan torpes como incompetentes. Ellos (los jefes) se lo han perdido.