lunes, noviembre 27, 2006

Muerte de un ciclista

A todos aquellos ciclistas fallecidos cuando hacían lo que más les gustaba

Se dice que el ciclismo es uno de los deportes más duros que existen. Y eso contando sólo con "lo que se ve", es decir, la competición. Más sordo y oscuro es el día a día, los entrenamientos, la preparación... y también el buscarse la vida para poder comer de la bicicleta, que no es tan sencillo.
Isaac Gálvez, fallecido en la noche del sábado en plena competición, fue uno de esos que tuvo que llamar a muchas puertas, simplemente porque eligió pertenecer a la maravillosa estirpe de los pistard españoles. Y para el ciclismo en pista nunca hay nada: ni televisión, ni por ende patrocinios... Apenas unas ayudas institucionales, siempre insuficientes y para las que hay que hacer poco menos que arcos de iglesia. Por eso, Gálvez buscó algo más allá de la bicicleta de piñón fijo y se adentró en el ciclismo en ruta, primero en el mítico y desaparecido Kelme y más tarde en el Illes Balears. Como la mayoría de los pistard, sus especialidades eran las pruebas contrarreloj de corta distancia y, especialmente, los sprints. En esta modalidad era muy valiente, no se arrugaba aunque se viera al lado de auténticos monstruos de la velocidad en los últimos metros de las etapas.
Su "hermano gemelo" en la pista, el gran Joan Llaneras, también hizo sus pinitos con la bici de carretera, aunque de forma mucho más discreta. Para el mallorquín siempre fue más difícil abandonar las tablas de los velódromos, aunque lamentaba que sus medallas en Mundiales y Juegos Olímpicos no evitaban que tuviera que seguir día a día llamando a puertas y teniendo que luchar por su superviviencia. Un cierto carácter contestatario le granjeó problemas en el entorno federativo. Como siempre, una historia que, por desgracia, la conocemos sobradamente.
El ciclismo en pista dio a España tres medallas en los últimos Juegos Olímpicos, los de Atenas 2004. La pareja Llaneras-Gálvez, dos Mundiales e iba a por el tercero que, además, se disputa en casa, en Baleares. Pero sigue sin haber televisión, ni páginas de periódicos, ni repercusión mediática. Por eso, en el velódromo de Gante murió un gran ciclista pero, más que eso, un auténtico desconocido para el gran público, algo que Gálvez procuró evitar con más apariciones de las habituales para un pistard en la ruta.
Al conocer la muerte de Gálvez, se me vino a la cabeza la imagen de Javier Ochoa, coronándose emperador del mundo en la cima de Hautacam, sólo meses antes de ser brutalmente atropellado en la carretera junto a su hermano Ricardo, que falleció en el accidente. Al menos, España entera disfrutó aquel día con la exhibición de Javier en el Tour, lo que raramente hemos podido hacer con la pareja Llaneras-Gálvez en la pista. Y no será por falta de oportunidades ni éxitos.
Con Isaac Gálvez también se nos muere una parte de Joan Llaneras, un veterano que se resiste al adiós pero que ya no encontrará la mano de su compañero en los espectaculares relevos de la prueba americana o Madison. Joan, un esfuerzo más. La última tiene que ser para Isaac.

1 comentario:

Alex-4 dijo...

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