sábado, noviembre 12, 2005

Tarjeta roja

A la espera del contraanálisis de Roberto Heras, supongo que su carrera como ciclista ya ha sido suficientemente dañada. Aunque dé negativo. En esta historia hay muchos intereses en juego y entre unos y otros ya se han encargado de que la noticia produzca los efectos oportunos. Sin embargo, sigo creyendo en la inocencia del deportista. No le niego una cuota de responsabilidad pero ya dudo más a la hora de valorar su tamaño.
Para ilustrar este análisis, nos vamos al año 1987. Se publica en Alemania un libro que provocará un gran escándalo en el Planeta Fútbol al poner algunos de sus secretos mejor guardados al descubierto. Su título, "Tarjeta roja" (editado en España por Plaza & Janés); su autor, Toni Schumacher, mítico guardameta alemán de los últimos años 70 y de la década de los 80. El efecto de la publicación salpicará de lleno al futbolista. Su club de toda la vida, el 1.FK Colonia, le rescinde el contrato y la selección alemana deja de contar con él.
Entre otras lindezas, Schumacher habla del dopaje, cuyo control en el fútbol era aún incipiente. Algunas de sus revelaciones son esclarecedoras. Mundial de México 1986. Schumacher relata episodios de aquella concentración: "Cada mediodía, junto al agua mineral enriquecida con electrolitos, nos tragábamos una cantidad ingente de pastillas: hierro, magnesio, vitamina B en dosis masivas [...] Al lado de la mesa en la que nos sentábamos Klaus Allofs, Pierre Littbarski y Wolfgang Rolff, había una palmera colocada en una jardinera de madera repleta de tierra. Metimos allí tantas pastillas de hierro, que creo que en un par de años saldrán tornillos". ¿Y si el médico te da 10 pastillas como era el caso? ¿Y si alguien ordena que las tomen?
Schumacher decía en 1987: "También en el mundo del fútbol existe doping, aunque se silencie y transcurra en secreto. El guardmeta alemán revela como él y sus compañeros del Colonia tomaron grandes cantidades de jarabe para la tos, rico en efedrina, que aumenta la agresividad y la resistencia. Lo hicieron antes de un partido trascendental y ganaron, "pero ¡en qué condiciones! Tras varios días de doloroso agotamiento decidimos no hacerlo nunca más. Ya nadie nos induciría a hacer tales tonterías".
Pronto se cumplirán 20 años de la publicación del libro. Y en éstas estamos. Schumacher no es perdedor, don nadie y resentido como Jesús Manzano, el ciclista que reveló a un periódico (quién sabe a cambio de qué) supuestos métodos de dopaje practicados con frecuencia en el mundo del pedal. Schumacher ha jugado dos finales de Campeonato del Mundo y ha estado entre los mejores en su puesto. Convendría no olvidar su testimonio. Porque lo más probable es que a partir del día 21 haya que empezar a buscar culpables. Pero de verdad. No quedarnos en el simplismo de acusar al que va encima de la bicicleta. Nada hacemos si condenamos a los infiernos al ciclista mientras que el que proporciona las sustancias anda suelto... en busca de su próxima víctima.

1 comentario:

la aguja dijo...

Noto un deje de crítica en el paréntesis en el que te preguntas a cambio de qué Manzano explicó todo lo del dopaje (por cierto, esa denuncia va muy lenta, pero el tiempo le está dando la razón).

No creo que esa fuera la cuestión. Al fin y al cabo, Schumacher también vendió su historia a una editorial.

Pero estoy de acuerdo contigo en todo lo demás. Como escribí una vez en mi blog: "hoy día gana el que mejores médicos tiene". Y lo sigo manteniendo.